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domingo, 22 de febrero de 2009

Por qué escribo

Una de las peores —y más repetidas— preguntas que le hacen a cualquier escritor es: ¿Y tú por qué escribes? A pesar de todo, es de las más contestadas, a menudo con una larga perorata que más parece una biografía que otra cosa.

Tranquilos, no os voy a contar mi vida; eso ya llegará en unos meses. Pero como éste es un blog literario, me siento en parte obligada a contestar a esta pregunta, y en el fondo lo deseo. El autor es un ser ególatra y pocas situaciones le reportan más placer que aquéllas en las cuales se le presenta la oportunidad de hacer una declaración de principios sobre cualquier tema.

Lo mío no fue vocación infantil; nunca fui una niña repipi que presumiera de leer a los Grandes Clásicos en su etapa escolar, ¡nada más lejos de la realidad! Os confieso que yo, de niña, quería ser actriz; en el peor de los casos, casarme con un hombre riquísimo y guapísimo que me mantuviera a cuerpo de reina y me permitiera hacer lo que quisiera, y lo que más me gustaba entonces y me sigue gustando hoy: leer.

Ya de adolescente, empecé a mantener correspondencia con chicas de mi edad, generalmente de fuera de mi ciudad natal, por aquello de conocer «algo diferente»; el gusanillo de las cartas se me metió en el cuerpo y ahí, entre epístola y epístola, empecé a hacer «mis pinitos» como escritora, sin saberlo, porque yo no me veía como escritora en aquellos días. Sí me apasionaban los libros, sobre todo las novelas, y mucho más la narrativa del momento; los clásicos no me atraían en absoluto, salvo honrosas excepciones (siempre inglesas).

Tuve, como la mayoría de los niños, una «vena fantasiosa» muy marcada, y de tanto en tanto imaginaba historias truculentas, pero en ningún momento me planteé plasmarlas en un papel, y mucho menos hacer de ello una profesión ni nada parecido. En 1995 empecé algo que podía ser una historia, pero no pasé de unas pocas páginas; no lo veía claro, no me veía capaz.

En 1996 conocí a una de las personas más importantes y queridas de mi vida; al contrario que yo, ella llevaba años llenando cientos de páginas con sus historias, pensamientos y emociones varias. Usaba el papel y la tinta como terapia porque su mundo no era lo que ella deseaba; escribía para poder conjurarlo y cambiarlo a su gusto. Su entusiasmo por la escritura se me contagió un tanto, lo admito, pero el verdadero impulso me lo dio mi padre. Y pillé al vuelo el desafío como el perrito juguetón pilla el fresco y sabroso hueso que le lanza su amo. Y ahí empecé mi primera novela. Siempre que he escrito algo, me he propuesto compartirlo con los demás, y a ser posible ganar dinero con ello; como a todos, me gustan las cosas buenas, bonitas… Y caras.

Con todo, el dinero no es lo que marca mi vida; es sólo un medio para conseguir un fin. Confieso que la popularidad es más deseable para mí que el dinero; por eso mi narrativa, con todos sus fallos, es sencilla y va dirigida al gran público. Mi único propósito ha sido y es entretener al lector; no pretendo enseñarle nada, aunque siempre, como un poso del té, queda en mis historias una moraleja. Pero sólo es eso: mi pequeña y particular seña de identidad.

6 comentarios:

  1. Interesante reflexión.
    Yo escribo porque me encanta contar cosas, según el día, hacer reír, o llorar y, sobre todo, entretener.
    Creo que ningún escritor escribe por dinero, al menos yo no puedo vivir de mis letras y sí de mis dibujos técnicos.
    Pero, cuando uno cree en sí mismo, el premio llega tarde o temprano. Siempre he estado convencida que la suerte es para el que la busca.
    Un beso.

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  2. Por que vas a escribir... pues porque te gusta... porque te apetece... y porque te sale del corazón... ¿a que si...?
    Un Saludo, lo haces muy bien...

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  3. Cada uno tenemos nuestros motivos y motivaciones. Yo empecé a escribir mi primer libro simplemente por demostrarme que era capaz de hacerlo. Aunque supongo que los porqué quedan olvidados en el momento en que en tu conciencia aparece la palabra "lectores". Justo ahí, todo cambia. Sigue habiendo placer, claro, pero también una dosis muy alta de compromiso, deber y responsabilidad. No es lo mismo. Lo primero es como hacer el amor libre, con el primero que encuentras; lo gozas y pasado un tiempo lo olvidas. Lo segundo, es como hacerlo con tu pareja; cuidándolo, amándolo y proporcionando los mimos que sean necesarios. ¿Dices que quieres entender al lector? Y quién no...

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  4. Mmm, ante todo daros las gracias por vuestros comentarios, y disculpas por el retraso, que he andado un pelín enferma y no me he asomado por el blog hasta hoy. Jezz, yo también escribí la primera novela, en parte, para demostrarme a mí misma que era capaz de hacerlo, y de llevarlo a término... Pero a veces me entran muchas dudas, ¿no te ocurre igual? A veces me pregunto si realmente sirvo para esto...

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  5. Yo lo que me pregunto a veces es si merece la pena tanto esfuerzo, restar esas horas de disfrute con tu familia, tantas horas frente a una pantalla o ante la documentación para esbozar una buena historia. Cuando aún no has publicado, esa obligación diaria no existe. Pero cuando sales al mercado, tu hobbie se convierte en trabajo, las obligaciones pesan y la necesidad de ofrecer una obra de calidad muchas veces mina la voluntad. El día o los días en que tu creatividad está en auge, todo va rodado y ese "ratoncito insidioso" no corretea por tu mente.
    Yo personalmente, tengo un hijo aún pequeño y me debo a él, como toda madre, por tanto he de esperar la noche para ponerme a trabajar restándome horas de sueño.
    El proceso de escribir un libro es largo y solitario, por tanto, es normal y lógico que tu voluntad, algunas veces, no sea todo lo fuerte que te gustaría.
    No obstante, para las que amamos lo que hacemos, todo eso es temporal y vuelves, irremediablemente, a caer en las redes de la ficción. Una idea, un nuevo personaje, una subtrama, una buena critica..., cualquier cosa puede ser la chispa que te devuelva las ganas de volver a enfrentarte al monstruo del trabajo y vencerlo. Escribir, crear un libro completo y sólido, una obra que sabes será disfrutada por otros, un trabajo de muchos meses finalizado, siempre es satisfactorio para uno mismo.
    Referente a la cuestión sobre si se vale o no, creo sinceramente que tú no eres la indicada para valorarte a ti misma, sobre todo si, como yo, eres una inconformista jajajaja Siempre acabamos pensando que "podríamos hacerlo mejor", pero eso no es malo, es lo que nos ayuda a mejorar con cada nuevo proyecto, es donde se origina la imposición de metas o retos a superar. No está mal que te lo plantees, pero no cometas el error de buscar la respuesta en el lugar equivocado ;)
    Un beso enorme y si tienes que dar un paso atrás, que sea sólo para coger carrerilla!!

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  6. Fantástico, Jezz, ese comentario tuyo... Mi blog está super feliz de contar con comentarios así. Realmente, yo soy una perfeccionista de narices y por eso mi nueva novela avanza a paso tortuga. Pero también es verdad que con cada corrección que le hago queda mejor. Siiií, yo también le robo horas al sueño y aprovecho cualquier momento para ponerme. La nueva novela se titula "Las lealtades equivocadas" y puedes ver algo de ella en este blog. Si quieres contactar conmigo de un modo más personal, puedes dirigirte a mi correo de yahoo:

    jsilesortega@yahoo.es

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