FELIZ NAVIDAD A TODXS

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lunes, 4 de enero de 2010

El arte de perder


En esta novela el misterio son… las oscuras razones del corazón.


El crimen es… dominar el sentimiento, ir contra la propia emoción, la resistencia a amar.


El detective es… una mujer enamorada que investiga el amor y lucha por hacerlo realidad.


El cebo es… seducir… para que el hombre al que ama muerda el anzuelo de la pasión.


El peligro es… ser destruido por la necesidad de caricias, por la nostalgia, por el deseo.


El juego es… apostar a ciegas.


Y la solución es… perder. Perder una y otra vez. Perder hasta hacer de la pérdida un arte. Perder hasta perderlo todo. Perder hasta quizá… no haber perdido.


Premio Azorín 2009


«Y, sin embargo, cuando buscaba un hombre entre todos los hombres que habitaban el ciberespacio, esperaba, secretamente, dar con uno que le permitiera si no cambiar el mundo, cambiar su mundo y acomodarlo a ese arquetipo especial y único que anhelaba […]»

Lo mejor de esta novela es la poesía que impregna cada línea, la vitalidad y el romanticismo que llenan cada página; lo peor: la portada, que no sólo presta a confusión, sino que obliga a ella.

Relato truculento trufado de mensajes de mail y sms; la peripecia vital de una mujer en la cuarentena que busca el amor a través del chat. El juego de la seducción es enfermizo, casi letal… Y al mismo tiempo tan atractivo, sugestivo y peligroso, que resulta irresistible no sólo caer en él, sino mantenerse en él... hasta la muerte.


En contra, tanta reflexión introspectiva llega al aburrimiento; particularmente echo de menos más acción y dinamismo en la historia. También he visto —y no debería ver en un libro premiado escrito por una filóloga— varios fallos ortográficos y de expresión «de manual de Primaria». Antes que a Escribir, debemos aprender a Redactar con corrección. Y lo que me sorprende, repito, en una mujer que ha cursado una carrera de Filología Hispánica, es encontrarme fallos que a mí no se me perdonan. Lo cual está perfecto, porque son imperdonables. Pero si lo son para mí… también deben serlo para el resto del personal dedicado a la noble tarea de crear «obras de ficción». Como digo siempre: o todos moros o todos cristianos.


No es que yo sea tiquismiquis, ni mucho menos… Digamos que a base de recibir críticas demoledoras de gente muy puntillosa, he aprendido yo también a ser exigente y a criticar aquello que me parece una aberración y un insulto a la lengua española. Ahora bien, por otro lado, me quedo tranquila al ver que los lectores de las editoriales y los jurados de los concursos buscan, ante todo, una BUENA HISTORIA, y si la encuentran, no reparan en fallos «tontorrones». A fin de cuentas, nadie es perfecto, ¿no? Pues bien, a partir de esta premisa, mi único deseo, como candidata al Premio Azorín 2010, es ser medida con el mismo rasero que a los demás.

Verdades y mentiras


Eve Benedict es la última diosa del cine, una sex symbol de voz rasposa con dos Oscars, cuatro ex maridos y toda una legión de amantes que acrecientan su leyenda. No hay secreto ni escándalo que desconozca. Ahora Eve ha decidido escribir sus memorias, y sin tapujos. Hollywood en pleno le pide que no lo haga, pero ella tiene sus razones.

Julia Summers es la biógrafa elegida por Eve para que escriba su historia. Julia ha dejado atrás una vida tranquila en Connecticut y no está acostumbrada a la fastuosidad de Beverly Hills, pero le encantan su trabajo y el hogar que ha levantado para su hijo de diez años, al que debe criar sola. ¿Cómo va a desaprovechar esta oportunidad única?

Sin embargo, el atractivo hijastro de Eve, Paul Winthrop, pondrá a prueba la voluntad de Eve de contarlo todo… y la decisión de Julia de mantener cerrado su corazón. Mientras Julia va sabiendo de qué son capaces los enemigos de Eve para evitar que el libro se publique, descubre también que la gran estrella del cine tiene aún un último y oscuro secreto por desvelar. Un secreto que cambiará la vida de Julia, y que también podría quitársela.

Uno de los muchos descubrimientos del año que acabó fue la autora norteamericana Nora Roberts. Lo cierto es que ya llevaba años en la lista de espera; había visto sus libros, pero francamente no había ninguno que me llamara poderosamente la atención. Hasta que a mediados de julio encontré Verdades y mentiras. Quien me conoce sabe que no me asustan los libros de más de 100 pgs; si el resumen de contraportada me invita, ya puede tener 500 o 1.000 páginas, igual me lo pillo y «lo devoro».

El estado de ánimo también cuenta mucho a la hora de preferir un libro sobre otro, a mí me apetecía leer una historia glamourosa, y ésta sin duda lo es, y mucho. Para los que además de lectores, somos escritores, también cuenta lo que estemos escribiendo en ese momento. Y debido a ello, la novela de Nora fue muy bienvenida a mi humilde estantería. Y lo cierto es que en algunos puntos clave, me fue de inmensa ayuda.

Nora tiene la virtud de envolverte, de hacerte partícipe de sus historias; la capacidad de trasladarte en un santiamén de tu lugar de veraneo al fastuoso —y falso— mundo de Hollywood. El hecho de que una de las protagonistas fuera actriz y la otra, biógrafa, también contó muchísimo a la hora de elegirlo; y para colmo, «el héroe» también le daba a la tecla. Vaya, que tenía todos los boletos para dejarme satisfecha. Y me dejó MUY satisfecha.

He de decir, en su contra, que como cualquier novela del género (romántico) es terriblemente previsible; antes de empezar ya sabes cómo acabará, quién acabará con quién, quien morirá, quién no… Y en este caso… hasta puedes descubrir al asesino… Pero si uno/a va sobre aviso, pues lo que hace, yo en particular, es olvidarse del final, y deleitarse con los detalles y matices de la narración, que son muchos y, de hecho, los que verdaderamente te atrapan y te empujan a pasar páginas sin parar.