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jueves, 7 de octubre de 2010

Nunca fuimos a Katmandú. Lola Mariné


A Laura le cuesta despertarse los domingos, y ahora todavía más. Acaba de cumplir cincuenta años y su vida transcurre demasiado tranquila desde su separación. Elena es su más íntima amiga desde la infancia y su contrapunto: mujer fuerte y vehemente, se pone el mundo por montera. Gloria no tiene nada en común con ninguna de las dos: es superficial y esclava de las apariencias. También Teresa, una mujer humilde y trabajadora dispuesta a todo para hacer realidad el sueño de su hija, y Ruth, una jovencita idealista y rebelde, forman parte de este mosaico de mujeres que viven y trabajan en Barcelona.

Cada una de ellas cuenta con una historia propia y una singular forma de comprender la vida y de disfrutarla. Pero sus caminos se han cruzado y entre ellas surge una profunda complicidad que las ayudará a enfrentarse a sus propios miedos, a sus problemas… y a compartir experiencias inolvidables.

Una historia fresca y actual protagonizada por mujeres que se enfrentan a sus diferentes destinos. Un retrato de las relaciones humanas en nuestra sociedad.

Digan lo que digan, yo nunca le he hecho la pelota a nadie cuando, con la mano en el corazón, he hecho una elogiosa reseña de su novela. Y para muestra un botón.

Os cuento aquí mis impresiones de la primera (pero no última) novela de Lola Mariné. La compré, como compro todas mis novelas, con un grandísimo entusiasmo hace un par de semanas. Fui a La Central del Raval a buscarla; una vez allí y después de localizarla entre montones de best-sellers la miré, le di mil vueltas, comprobé que la edición fuera la correcta, que no me hubieran escamoteado páginas (no sería la primera vez), que el libro estuviera en las mejores condiciones y que el precio fuese asequible para mi maltrecho bolsillo. Una vez comprobado que todo estuviera en orden, me hice con ella. Empecé esa misma noche. Buen comienzo, aunque un poco flojo a mi parecer. No sé yo si los indecisos se hubieran decidido a ir más allá de la primera página. Yo tengo fe y continúo. Quiero creer que voy a ser recompensada si soy buena niña y la leo de principio a fin, como debe leerse hasta la peor de las novelas. ¿Cómo si no vas a criticarla? Continúo con el capítulo 2, voy tranquila, no va mal, pero no es adictiva... de momento.

El miércoles, día de huelga general, sigo con la historia. Reconozco que hay un par de momentos, entre el capítulo 2 y el 5, en que estoy tentada de dejarla para mejor ocasión. Demasiado previsible. No hay nada que me impacte, que me golpee en la cara, que me llame la atención, que me obligue a replantearme mi vida, mis convicciones, mis elecciones... Una historia demasiado convencional que no molesta a nadie. No sé qué diría Sócrates al respecto. A él le gustaba ser el abejorro que molestaba a todo el mundo, que no decía lo que debía, que no complacía al personal. Por el momento Lola no me dice nada incorrecto, se limita a contarme una historia mil veces contada. Y sin embargo, no sé muy bien cómo, me veo irremediablemente atrapada en ella. Decido darle una oportunidad. Todavía es pronto para dramatismos, me digo, avanza, avanza...

Y así llego al capítulo del accidente de Beatriz, ¡aaah, por fin empieza a pasar algo que me despierta de mi letargo! Llamadme morbosa, pero a partir de ese momento ya no puedo parar de leer... Es como si el motor se hubiera puesto en marcha y no hubiera forma humana de detenerlo. Y sigo, y sigo, y sigo... Y a medida que voy leyendo, me voy implicando con la historia, me voy identificando cada vez más con los personajes. Ah, ah, ah... Empiezo a sospechar que hay rollo entre Ruth y Elena, pero me digo: "Julia, tranquila, que tú últimamente ves rollos lésbicos por todas partes..." . Pero la cosa es que hay rollo... pero se queda en eso: en rollo pasajero o en amor/pasión unidireccional. Vaya, que la cosa no pasa de un escarceo. Tampoco tiene por qué, me digo; es un episodio más en la vida de estas mujeres, no el tema central.

Lo de Laura es mucho peor, sin duda... ¿será cosa de la edad? No lo creo; no creo que a partir de los cincuenta sólo te toque en la lotería del amor un "tarado" en el mejor de los casos... y un asesino... en el peor. Pero sí es cierto que ciertas actitudes femeninas conducen a ciertos comportamientos masculinos. Que la desesperación, como el miedo, se huelen a cien leguas. Y no hay que ser un sabueso para percibirlos. Que ciertos ambientes propician ciertas conductas; y que muchas veces somos nosotras mismas las que confundimos al personal y dejamos ver lo que no es.

Lo mismo se puede decir de Gloria, que casi parece pedir a gritos que la engañen y le roben la pasta. Total, parece un anuncio de spa pijo con piernas. Exuda tanto poder material que uno siente deseos de arrancarle ni que sea unas migajas. No estoy diciendo con esto que "nuestras mujeres" se lo hayan buscado... pero a menudo el don de la oportunidad es la línea que separa la vida de la muerte. A veces conoces a la persona equivocada en el momento equivocado y... el desastre y la tragedia están servidos.

Pero habrá quien diga que es mejor arriesgarse a tener una relación estable, con quien sea, antes que ir mariposeando de flor en flor, como parece hacer Elena, que demuestra aquí tener serios problemas para comprometerse. Y no, no me he olvidado de Teresa. Para mí es el mejor personaje, el más auténtico, y lógicamente su final es el final más feliz. Tenemos a una mujer demasiado ocupada en sobrevivir y en sacar adelante a su hija como para andar buscando amoríos y... Oh lá lá! Mira tú por dónde, resulta que quien consigue el mejor especimen masculino es ella. No busques, no busques... Cuando no buscas es cuando realmente encuentras lo que necesitas.

Beatriz y Ruth son las que aportan el toque juvenil a la historia. Y sin embargo, sus historias personales no pueden subestimarse, al contrario: justifican por sí solas una novela aparte. No cuento aquí a Marta porque su personaje queda un tanto desdibujado, pienso, para no hacerle sombra a su madre. Pero echo de menos un mayor protagonismo.

Del final... no digo nada. Prefiero que lo leáis vosotros. No diré que sea una novela original porque no lo es. Quizá ese sea su punto débil. Por otro lado, la humanidad de sus personajes lo compensa con creces... Habrá gente exigente que decida que esta primera novela de Lola no vale la pena. No me miréis a mí. Considero que es una historia fantástica, que es lo que cualquiera puede esperar de una primera novela. Y ahora que la he leído de la primera a la última página... sigo recomendándoosla. Si queréis pasar un buen rato con unos personajes entrañables que os hagan sentir y vibrar... ésta es vuestra novela.


NUNCA FUIMOS A KATMANDÚ
LOLA MARINÉ. 2010
EDITORIAL VICEVERSA
209 PÁGINAS
ISBN: 978-84-92819-35-5