FELIZ NAVIDAD A TODXS

FELIZ NAVIDAD A TODXS
Este banner publicitario ha sido creado por Alexia Jorques

jueves, 17 de abril de 2014

Amazónicamente hablando

Empezaré, como ya dije hace unos días, pidiendo disculpas a todos aquellos autores de Amazon que se sintieron en algún momento ofendidos por mi escepticismo en cuanto a la conveniencia de publicar en esta plataforma-editorial digital "made in USA".

Me estrené en agosto de 2013 con la publicación de "Carnaval", y aunque los resultados no han sido espectaculares, no me quejo. Si tengo en cuenta mi pasada experiencia con "editoriales independientes", soy consciente de que aventurarme a entrar en Amazon ha sido un salto de gigante en positivo, tanto cuantitativo como cualitativo.

Las ventajas son muchas y muy grandes.
Los inconvenientes son pocos y pequeños.

Como bien sabéis los que me seguís desde hace tiempo, LE peregrinó de una editorial a otra, y de una agencia a otra, hasta encontrar su hueco en Hades. Los que me seguís con más devoción sabéis que mi experiencia dista mucho de haber sido buena. No repito errores. Ni doy segundas oportunidades (salvo en el amor, y casi que ahora tampoco); si alguien me falla por H o por B, acaba en la llamada "Lista Negra", y ahí se queda por los restos. No hay mejor desprecio que no hacer aprecio. No perderé el tiempo en desquites ni venganzas absurdas, pero Dios me libre de recomendar según qué cosas.

Tampoco os voy a engañar diciéndoos que Amazon es el remedio a todos vuestros males, porque no es así.
Cada libro es un universo, cada autor es único, y lo que me sirve a mí no tiene porque servir a cualquier otro escritor. Sin embargo, voy a hablaros de los beneficios que tiene Amazon para una autora como yo.

Libertad total para elegir qué quiero contar y cómo. Tanto el género de la historia como la temática.
Control absoluto sobre el texto que voy a publicar. Dentro de las pautas que marca Amazon para la publicación de cualquier texto, tanto en e-book como en papel, soy libre de decidir cómo quiero que salga mi libro a la venta. Y sobre todo, cuándo.
Libertad en cuanto a la portada de mi libro. Soy yo quién decide cómo debe ser, a partir de unas medidas concretas que ya he aceptado para la edición del libro.
Libertad en cuanto al precio que quiero ponerle a mi libro, a partir de un precio mínimo de coste (en el caso de publicar en papel a través de Createspace), y dependiendo del porcentaje de las regalías que quiero obtener por esa historia.

Por ejemplo, y hablando de e-books
Si quiero obtener el 35%, el precio no puede ser superior a 3$
Si quiero obtener el 70%, el precio no puede ser inferior a 3$
Si hablamos de la edición impresa, a partir del precio de coste de producción, tú decides el margen de beneficio que quieres obtener por tu libro.

CONSEJO: Si tu libro impreso tiene un coste de producción de 4,20€, no lo vendas a 4,21€, porque donde tú ves un gesto simpático hacia tus lectores, yo veo competencia desleal, y lo que es peor: Hacienda ve evasión de capitales o fraude en el mejor de los casos.

Porque Hacienda no se traga que tú no quieres obtener beneficios y escribes por amor al arte, de modo que si tu margen de beneficio es tan ínfimo que ni siquiera te da para pagar impuestos... Blanco y en botella.

Otra cosa importante: LOS LIBROS NI SE REGALAN NI SE MALVENDEN. El riesgo de no vender si ponemos un precio decente a nuestras obras es algo que todos los autores debemos asumir desde un buen principio. Y la solución no pasa por arrastrarnos detrás del lector. Somos creadores, no mendigos pidiendo "la voluntad". Si quieres suicidarte profesionalmente, hazlo en la intimidad. NO SEAS KAMIKAZE. Porque tu mala actitud nos perjudica a todos.

Por supuesto, y llegando al extremo contrario, vender nuestro libro a 20€ (o más) si somos autores noveles o publicamos nuestra primera obra también es un suicidio profesional. Nadie en su sano juicio (ni siquiera yo) se gastará 20 euros en un libro de un autor desconocido. Seamos realistas. Y ese es uno de los grandes inconvenientes de las llamadas "editoriales independientes"; son pequeñas y, generalmente, su limitada infraestructura no les permite vender a precios competitivos.

He ahí otra de las ventajas de Amazon. PRECIOS COMPETITIVOS que permiten al autor vender su libro a buen precio y además obtener beneficios. A menudo mucho más elevados que una editorial tradicional. Y te estoy hablando de los 3 "monstruos" (Random House, Planeta, Ediciones B), que tampoco puede decirse (por lo que oigo y leo aquí y allá) que paguen regalías multimillonarias.

Hace un par de días una autora publicó en su blog un interesante post sobre lo que ha significado para ella salir de Amazon y entrar "por la puerta grande" en uno de los "monstruos"; lo que le ha supuesto y lo que ha perdido con el cambio.

Cada autor sabe lo que le conviene. Y esto es lo fundamental.
Dicen que si publicas en Amazon tienes que currarte tú solito la promoción de tus novelas.
SECRETO: Hoy día TODOS LOS AUTORES, publiquen donde publiquen, tienen que currarse la promoción como si la vida les fuera en ello para vender, al menos, 100 ejemplares.

A día de hoy tengo mis cuatro novelas en Amazon; con distinta suerte, cierto, pero las tengo.
Significa que me muevo, que no me quedo de brazos cruzados a verlas venir.
Aunque no he ganado gran cosa, me han pagado puntualmente por todo lo que he vendido.
En cada momento sé qué vendo, y cuándo, a través de la página de KDP (Kindle Direct Publishing).
Los libros, una vez impresos, tienen una calidad óptima que no los diferencia apenas de los libros "tradicionales" salvo en la "firma".
Como ocurre con la ropa, siempre habrá gente más pendiente de la "marca" que de la calidad del producto.
Por supuesto, el autor que opta por Amazon es consciente de que su producto ha de salir a la venta en óptimas condiciones. Si no eres muy ducho con la gramática, la ortografía o la sintaxis, pídele a alguien ajeno a tu círculo de incondicionales que revise y corrija tu manuscrito. Amazon sólo se ocupa de errores de maquetación, el resto corre de tu cuenta.
No te fíes del corrector de Word y utiliza manuales específicos.
La portada te la tienes que currar tú, bien a través de las opciones que ellos te ofrecen, bien diseñándola personalmente si te gusta y eres experto, o confiando su diseño a un profesional.

Por lo demás, es una opción muy válida que cada dia tiene más adeptos en todo el mundo.
Aquí en España todavía no está plenamente implantada (ya sabéis que siempre vamos a la cola en todo), pero ya hay muchos seguidores en Amazon.es y lo que queda...

El monopolio de las editoriales "tradicionales" está llegando a su fin.
Dicen que el mundo editorial pasa por su peor crisis.
Yo, en cambio, y con el optimismo que me caracteriza, opino que simplemente hay que reinventarse, abrir nuevas vías y lanzarse a buscar oportunidades, que las hay. Pero debemos salir a su encuentro si queremos avanzar.

viernes, 4 de abril de 2014

Confianza

Después de un mes largo apartada del blog y de vosotros, vuelvo cargada de optimismo y luz, muy propios de la primavera, pero también reflexiva, concienzuda, determinada a avanzar a todo trapo, pese a quien pese y caiga quien caiga.

En estos últimos días me he visto obligada a ver y oír cosas ALUCINANTES, así, con mayúsculas; gente desnortada, desinformada, perdida entre tanta información contradictoria, llena de prejuicios, de ideas preconcebidas sacadas de vete tú a saber dónde; gente que no ha visto un libro de historia desde que acabó la E.G.B; gente que ya no sabe qué pensar ni qué decir. Me he visto obligada, también, y esto me ha resultado mucho más doloroso, a morderme la lengua, a callar, a guardarme bajo siete llaves mi opinión sobre determinados asuntos, y no por falta de razón o criterio, sino para no entrar en polémicas absurdas ni discusiones bizantinas con gente que no sabe de la misa la media.

Oommmmmmm. Oommmmmmmm...

Suspiro, sonrío, me cargo de energía positiva, olvido las estupideces de los estúpidos y sigo mi camino.
Este año vengo rebosante de confianza; ya os dije a finales de 2013 que en 2014 no habría quien me frenara. Y así ha sido. Estoy sembrando cositas; de momento la cosecha es discreta, sin estridencias, sin ovaciones multitudinarias; sin demasiados elogios ni parabienes, pero mis fieles siguen a mi lado un año más y eso me arranca una sonrisa todas las mañanas al despertar.

Porque día a día, y aunque sea en monodosis diaria, voy acumulando nuevos seguidores, gente que se interesa por lo que pienso, por lo que siento, por lo que escribo. No es poco; siempre lo digo: muchos granitos hacen la montaña de mi felicidad. Porque la verdadera dicha está en las pequeñas cosas, en los detalles, en un comentario, un voto, una sonrisa, un toque de FBK. Porque sé que no me olvidáis aunque pase días sin asomarme al blog o a las redes sociales.

Este año me he familiarizado con Twitter y le he pillado el gustillo a Goodreads y LinkedIn. Va a entrarme complejo de Dios porque cada vez más estoy en todas partes. Por si fuera poco, me incluyen en un montón de grupos, pero sólo visito unos cuantos, muy pocos en realidad.

¿Por qué?
Hay dos motivos principales:

1. La falta de tiempo material para llegar a todo y no morir en el intento.
2. La actitud de patio de colegio (que odio) que tienen algunos administradores de grupos.

No guardo buenos recuerdos del colegio (si leíste LE sabes por qué); cuando me encuentro en mi vida adulta con actitudes adolescentes en personas que hace mucho que dejaron atrás la adolescencia me pongo de uñas, me pongo violenta; mi instinto asesino despierta de su siesta y quiero gruñir, morder, patalear y cargarme a alguien, en serio. En estos últimos meses esto viene ocurriendo demasiado a menudo. 
Pero, ¿recuerdas mi receta mágica? 

Oommmmmmm. Oommmmmmmm...

Suspiro, sonrío, me cargo de energía positiva, olvido las estupideces de los estúpidos y sigo mi camino.

También os dije, a los que me seguís en FBK, hace un tiempo, que echo de menos esa etapa de mi vida, con 20 añitos y ningún propósito de escribir/publicar/vender libros, que podía decir lo que quisiera cuando quisiera. Que podía poner a un libro (y a su autor/a) a parir si consideraba que se trataba de algo infumable (y hubo unos cuantos, no creáis) y quedarme más ancha que Castilla.

¡Qué tiempos!
¡Qué tranquilidad!
¡Bendita inocencia!
Cuando podías decir lo que pensabas porque no tenías nada que perder.

De jovencita, allá por el Pleistoceno, tenía más confianza en los demás que en mí misma.
Me miraba en cualquier espejo, todos me parecían buenos; cualquier ejemplo me parecía perfectamente imitable. 
Hoy, con 42 años cumplidos, se ha volteado la tortilla.
Confío en mí misma mucho más que en el resto de la gente.
Eso no quiere decir que sea una desconfiada, ¡para nada!
De hecho, y a pesar de los muchos palos recibidos, mi fe en la gente sigue siendo inquebrantable.
Pero siempre hay gente en la que, por más que duela, ya no puedes confiar.
Gente con la que ya no puedes recorrer tu camino vital.
Momentos en los que te paras, miras los caminos, y decides cuál tomar.
Quiero que llegue noviembre.
Quiero poder decir adiós a los errores cometidos, a la gente que no cumplió su promesa; no quiero lastres ni ataduras, ni a gente que no sabe hacer su trabajo.
Me caí, sí; tropecé con una mala piedra en el camino y me pegué una leche.
Pero, no lo olvides, yo siempre me levanto, siempre lucho.
Como me dijo ayer alguien: rendirse no es una opción.

Tengo confianza en mí y en el futuro.
Tengo confianza en mis historias y en mis personajes.
A veces me atasco, a veces me desespero, a veces me bloqueo y no sé por dónde debo continuar el camino, pero luego abro el archivo, vuelvo a leer lo escrito, le doy mil vueltas, me peleo con mis niños, me río con ellos, disfruto cada palabra y cada línea y recupero la fe en mí.

Me gusta escribir aquello que sé que me gustará leer.
No me gustan los encargos; no me llevo bien con ellos.
Algunos regalos, como la manzana de Blancanieves, están envenenados.
Me gusta ir a mi aire.
Y los resultados tampoco son tan malos cuando escribo lo que siento.
Pronto os hablaré de mi experiencia como autora (y también como lectora) en Amazon.
Pediré disculpas a quien corresponda por mi falta de fe.
Asumiré que me asusta lo desconocido, y por raro que parezca, incluso a mí misma, me asusta apartarme de lo convencional.
Yo soy de la escuela de ensayo y error.
Si no me meto en un proyecto, no sé cómo carajo voy a salir.
No me sirven de mucho las recomendaciones ajenas, por muy bien intencionadas que sean.
Tengo que meterme en el túnel y llegar hasta el fin para poder decir: "Sí, valió la pena." o "No, fue un desastre".

He tenido que volver a caer en el error de las "editoriales" para escarmentar definitivamente.
No me arrepiento, aunque me gustaría que las cosas hubieran ido de otro modo.
Este año no estaré en Sant Jordi.
Después del desastre de 2013, muchas ganas tampoco tengo.
Pero sigo confiando.
¿Sigues confiando tú en mí?