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lunes, 26 de abril de 2010

El bosque de Sherwood. Natàlia Senmartí




Ya he perdido la cuenta de las historias que he leído o visto --en la tele o en el cine-- del legendario Robin Hood (la próxima se estrena el 13 de mayo). Sin embargo, cuando crees que lo has visto y leído todo, alguien viene y te sorprende --y maravilla-- con una renovada visión del mito. Hace unos meses, mi buena amiga Natàlia me pasó el manuscrito de El bosque de Sherwood. "Échale una miradita", me dijo, "y me cuentas". Así que ahí va esa reseña (aunque con un retraso monumental y casi imperdonable)
Para empezar, comentar que la autora se ha basado en la película Robin y Marian de Richard Lester (1976) para construir su propia y personalísima visión (y versión) de este gran clásico.

Entre tanta novela --buena y mala-- que sale al mercado, de vez en cuando es vivificante encontrarse con un manuscrito de un autor novel no adulterado por la crítica ni por las políticas de "marketing" editorial. De entrada porque Natàlia, como es habitual, aborda los temas con una mirada de lo más original, muy suya, apartándose de los caminos trillados. Aquí nos presenta la historia de un Robin Hood en el ocaso de su vida, pero con las pasiones, la furia guerrera y los valores intactos de cuando era un jovenzuelo de calzones cortos. La historia de un amor maduro que se contrapone hábilmente a la que protagonizan Ona --una joven sajona pelirroja y espléndida, como uno se imagina a todas las sajonas-- y Harold, un apuesto príncipe venido de la ciudad danesa de Roskilde. Con su especialísima magia recrea asimismo las intrigas que se suceden en el reinado de Juan Sin Tierra y en la bella corte danesa.

Alguien dijo que el buen escritor es el que te cuenta una historia mil veces contada y tú la lees como si fuera la primera vez.

Además de amor, Natália nos deleita nuevamente con una espléndida recreación del mundo medieval (s. XII) con toda su crudeza y barbarie intactas, como si la misma autora hubiera hecho un viaje en el tiempo y hubiera vuelto con las imágenes frescas y nítidas de lo que han visto sus ojos.

Una historia apasionante aderezada con toques de humor sabiamente repartidos aquí y allá; dos historias de amor paralelas pero unidas por un sentir común; prejuicios hacia los pueblos nórdicos/vikingos que se superan gracias a la confianza y al buen hacer por ambas partes; añoranza del mar y de lo que se ha dejado atrás: la tierra madre.

Probablemente lo mejor de esta historia sea la carta de Robin dirigida al rey John, donde se ve claramente cómo se maneja el poder en la Inglaterra medieval. Y sobre todo: el triunfo del amor, la justicia y la lealtad; triunfo que nunca sale barato y nunca se consigue sin una ardua lucha. Pero ¿acaso lo verdaderamente valioso se regala?
Una joya. Espero que muy, muy pronto podamos verla en tapa dura, con una preciosísima portada que le haga justicia, en todas las librerías de España y Andorra. ¿Os he dicho que Natàlia vive allí?


2 comentarios:

  1. ¿Qué puedo añadir a lo que dices?
    Me llenas de alegría amiga, has penetrado en mis letras con una sensibilidad que me emociona.
    Gracias por tus deseos, gracias por tus palabras de aliento, un bsito de Robin y Marión, otro mío muy cariñoso.

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  2. Yo he tenido la suerte de leerme El Bosque.
    No puedo decir más que cosas buenas de esta novela corta, porque realmente me encantó el personaje de Robin y el de Mariam adultos pero tan maravillosos como antaño.
    Es una visión original y extraordinariamente escrita. Y una novela que ya debería estar en las manos de las lectoras.

    Besos a las dos

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