Quisiera estar en tus labios
para apagarme en la nieve
de tus dientes.
Quisiera estar en tu pecho
para en sangre deshacerme.
Quisiera en tu cabellera
de oro soñar para siempre.
Que tu corazón se hiciera
tumba del mío doliente,
Que mi carne sea tu carne,
que mi frente sea tu frente.
Quisiera que toda mi alma
entrara en tu cuerpo breve,
Y ser yo tu pensamiento,
y ser yo tu blanca veste.
Para hacer que te enamores
de mí con pasión tan fuerte
que te consumas buscándome
sin que jamás ya me encuentres.
Para que vayas gritando
mi nombre hacia los ponientes,
preguntando por mí al agua,
bebiendo triste las hieles
que antes dejó en el camino
mi corazón al quererte.
Y yo mientras ire dentro
de tu cuerpo dulce y débil,
siendo yo, mujer, tú misma,
y estando en ti para siempre,
mientras tú en vano me buscas
desde el Oriente a Occidente,
hasta que al fin nos quemará
la llama gris de la muerte.
Poesía inédita de juventud [1917-1920], 1994.