Hoy, 4 de marzo, hace 13 años que empecé mi primera novela; me he despertado esta mañana con ese pensamiento, y recordando cuáles eran entonces mis expectativas y mis sueños, y cómo ha cambiado todo a mi alrededor en ese tiempo. La vida te zarandea a su antojo y a veces mancha (como decía una película) y a veces hiere. Si sobrevives a sus vaivenes, lo mejor es que puedes escribir sobre ello. No siempre es fácil; le comentaba a una amiga hace días que esta cuarta novela que escribo tiene la virtud de despertar a los demonios dormidos; cada vez que abro el archivo para retomar el hilo es como abrir la caja de Pandora, de donde salían, según la mitología griega, todos los males del universo. Pero hay cosas que por mucho que nos duelan hay que exteriorizarlas, porque mejor es esto que llevarlas dentro y que te vayan carcomiendo lentamente.
No siempre me encuentro lo bastante fuerte para continuar, no ya con la historia actual, sino con el mismo trabajo de escritor; a menudo dudo de mi misma y mi papel en el mundo (en general) o me bloqueo, o me estanco y no sé por dónde seguir; igual que si me hubiera perdido en el desierto y todos los caminos me resultaran desconcertantes. Me consuela, aunque no mucho, saber que mis compañeros de fatigas pasan por situaciones similares. Y cuanto más tiempo pasa y más años me echo encima, las dudas son muchas más y mucho mayores.
Quizá se perdió aquella ingenuidad de los veintipocos, donde creías que con tu sola juventud podías "comerte el mundo"; hoy tienes más experiencia, por supuesto, y ves que el mundo "se te ha indigestado". Que a tu alrededor sólo hay codicia, y que los valores en los que creías a los 18 se han perdido.
Pero sigues adelante porque es el único camino que hay y el único que conoces; revuelves en el baúl de los recuerdos y entre juguetes rotos y trapos viejos encuentras el optimismo y la fe de los primeros tiempos, los coges y te los llevas contigo porque sabes que sin ellos no puedes continuar la carrera que empezaste ya ni te acuerdas cuándo. Y con ellos construyes las historias y las vidas de otros para demostrar al mundo y a ti misma que queda mucho que vivir y compartir.
esta entrada enlaza con la anterior "Por qué escribo"; reconozco que el tono no es tan optimista, pero éste es un espacio para liberarnos a través de la escritura. Y nuestras emociones y estados de ánimo no siempre son lo que quisiéramos...
Bueno cielo, el bloqueo es la maldición de todo escritor.
ResponderEliminarYo a veces me estanco en una parte de algún capítulo de mi novela de vampiros. No sé si es porque ya tengo el contrato con la editorial y sé que no puedo esperar eternamente a escribirla como antes, que debo escribir si puedo y las obligaciones me dejan, todos los días...
Pero tengo un truco: si llega el bloqueo, aparco la novela un par de dias, y luego la retomo con fuerzas renovadas.Eso y que a mi marido se le ocurren soluciones para los parones y siempre me da una idea recurrente que me devuelve el hilo perdido.
Respecto al desencanto de la vida. yo tengo 34 tacos y he pasado cosas muy duras, pero creo que esto de poder publicar ha sido un regalo que no me esperaba ya y he dejado mucha mierda y dolores atrás en los años pasados.
Hace 2 años que decidí no mirar al pasado ni para coger carrerilla.
Y la experiencia buena o mala al final sale en mis novelas, en forma de sentimientos.
Gracias por tu comentario en mi blog. cuando ya termine la novela para la editorial, leeré las tuyas para relajarme.
Ahora me faltan ratos en el dia para escribir, ésto de tener una peque de 3 años...
un beso y no te desanimes.
Muchas gracias por el comentario, como siempre es fantástico poder compartir impresiones con los colegas de profesión. Te cuento una buena noticia: acabé la primera parte de la nueva novela y ya voy embalada con la segunda. Sé que lo peor ya ha pasado y ahora viene la parte más fácil que no es menos difícil... es distinta... y más romántica. ¡Qué suerte de tener al lado quien te anime y te ayude! Deseo de corazón que pronto puedas tenerla lista... Aunque a mí no me gusten mucho los vampiros, prometo leerla. Un beso.
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