FELIZ NAVIDAD A TODXS

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lunes, 7 de agosto de 2023

Indómitas. Una historia de sororidad

Sí, lo has leído bien.

Hemos vuelto.

Ahora como historia independiente y auto-conclusiva. 

Y EN PAPEL Y DIGITAL

Para que no tengas excusas a la hora de zambullirte en esta historia de mujeres empoderadas, fuertes y capaces de todo, con toques de Tarantino y donde la Amistad se escribe con Mayúscula.

Y claro, con nuevo título y nueva portada.

MUY PRONTO EN AMAZON


NUNCA MIRAMOS ATRÁS

NUNCA NOS ARREPENTIMOS DE NADA

NUNCA DAMOS LA ESPALDA A NUESTRA GENTE

  

NINGÚN HOMBRE NOS ENFRENTA

NADA NOS DETIENE

NADIE TIENE AUTORIDAD PARA JUZGARNOS

  

SOMOS GUERRERAS

SOMOS EL FUTURO

SOMOS INDÓMITAS


martes, 4 de abril de 2023

NUESTROS BESOS EN MALASAÑA. SINOPSIS

 


Empieza 2019 y mi vida con Valentina no puede ir mejor. He encontrado lo que siempre he buscado y me prometo días de vino y rosas a su lado... Si no fuera por Hugo. Que quién es Hugo, ah, eso vas a tener que descubrirlo. Y agárrate, que vienen curvas porque, además, Claudia la va a liar parda.

Bruno es un agonías. No le hagas caso; su historia es otra de tantas, con mucho drama y mucha confusión, eso sí. ¿Y yo? ¿Qué puedo contarte de mí? Justo cuando creía que había encontrado el Amor Para Siempre, aparece Víctor en la escena de mi vida. Y sí, voy a liarla parda. ¿Por qué no? La vida es para vivirla al límite.

LAS (LOCAS) HISTORIAS DE BRUNO Y CLAUDIA LLEGAN ESTA PRIMAVERA



lunes, 6 de marzo de 2023

27

 



Empecé mi carrera literaria con una mujer ahorcada en un árbol. Y hasta hoy. Han sido años de mucho trabajo; pero, sobre todo, muchas dudas. Al principio, porque no había nadie «al otro lado» que quisiera leerme. Eso me generó mucha inseguridad y, como en 1997, recién acabado el borrador de mi primera historia, no tenía (y sigo sin tener) una bola de cristal que me vaticine el futuro, pues hubo muchas «lagunas negras» muy parecidas a los años del bullying.

Luego llegaron los blogs y las redes, y recuperé, en parte, la ilusión de los primeros meses. Pero también, con el tiempo, como casi todo, descubrí que había mucha falsedad en ese mundo virtual. No es que lo haya abandonado en ningún momento, ni vaya a hacerlo en los años futuros, pero sí he aprendido a relativizarlo todo. A entender que seguidores (followers) no son necesariamente amigos, sino, en el mejor de los casos, potenciales lectores (consumidores) de mis historias. Que los amigos de verdad son esa gente que estaba conmigo cuando yo ni siquiera sabía qué rumbo iba a tomar mi vida. Que la gente que se acerca a ti persiguiendo, como los perros, el rastro dulzón del éxito, no es de fiar. Que hoy sí, pero mañana no.

Y sigo escribiendo, sobre todo porque las ideas (luminosas o no) no me faltan, porque quiero dejar un legado que me sobreviva, ya que por suerte o por desgracia no he tenido hijos. Porque mis personajes me hacen sentir orgullosa, incluso los peores, los villanos, las villanas, gente rara, gente tóxica, gente que desfasa mucho, y otros con mucha mierda en la cabeza. Pero reales y valientes. Sobre todo, ellas. A dos días de celebrarse el día de la mujer, te digo alto y claro que soy incapaz de «parir» mujeres sumisas. 

Sorry, I’m not sorry.

Y debería aprender, intentarlo al menos; lo que viene supone un cambio de registro, de género y de época, de lenguaje y de costumbres; supone un salto al vacío, pero también un alivio inmenso porque llevar en la cabeza durante una década una trilogía histórica es… Uff… No quieras saberlo.

Voy a estar en silencio mucho tiempo, después de sacar lo que tengo entre manos para este año. Quizás hasta me aleje de internet para no contaminarme y poder teletransportarme al siglo donde me tocará vivir durante buena parte de 2024 y quizá también de 2025.

Pero antes quiero ofreceros historias bonitas que os hagan reír y soñar. Porque luego entraréis conmigo en una espiral de drama de no te menees. Palabra de Jules.

Y de veras que tengo ganas, y espero que la vida me dé para eso y más.

Sí, son 27 años dándole a la tecla, y tú pensarás: «tantos años para tan pocas novelas, aquí hay algo que no encaja». Te lo diré alto y claro también: demasiados años cumplidos. La revolución de las nuevas tecnologías me ha pillado vieja. Eso y que nunca he tenido «una cara bonita». Y no me mires así; a estas alturas del milenio ya deberías saber que hoy lo que importa es vender, que el talento y el buen oficio cada día importan menos y lo que de verdad cuenta es salir bien en la foto. La de la solapita, claro, la que no verás en ninguno de mis libros porque yo no quiero que mi físico te condicione ni te cree prejuicios a la hora de valorar mi obra.

Porque mi rostro no me define, pero mi prosa sí. Porque mi cuerpo no lo he elegido, pero sí elijo todas y cada una de mis palabras cuando creo un nuevo universo para «hacerte pasar el rato», que otra cosa tampoco pretendo. Porque cuido mi trabajo casi hasta la náusea, porque sufro la maldición del perfeccionismo, que me obliga a revisar mis escritos hasta quemarme las pestañas. No porque no tenga editorial «que me respalde», ¡vaya tontería!, sino porque yo solo te ofrezco mi mejor versión. La que humanamente puedo ofrecer, que milagros tampoco hago.

Por eso, en 27 años solo has podido leer once novelas mías. Actualmente, tengo dos fuera de circulación; una porque pertenece a la época antigua, o de juventud, y ha quedado muy «pasada de moda», y otra porque está en proceso de reconstrucción.

También porque, para mí, calidad es siempre mejor que cantidad. Sé de autores que sacan a la calle 3, 4 y 5 novelas al año. Cada cual con lo suyo. Cada cual conoce su historia y su nivel de autoexigencia. Como ya te he dicho, yo solo ofrezco mi mejor versión, y eso lleva su tiempo. Y luego está la vida, que de tanto en tanto te suelta una hostia con la mano abierta y te tira al suelo. Y levantarse lleva su tiempo también.

El año pasado estuve al borde del colapso, con ataques de ansiedad que casi me obligaron a ir al médico, pensando que no podía cumplir con mi gente (mis lectores) y sintiéndome infinitamente culpable por ello.

Este año NO. Este año he aprendido a quererme y a priorizarme por encima de todo y todos. Primero soy yo. Y luego… ya se verá. No doy fechas, no me pongo plazos, no hago planes, ni me impongo disciplinas que, honestamente, no voy a cumplir. Dejo que la vida fluya y me sorprenda, y empiezo a respirar, hondo, tranquila, serena. Todo muy namasté, vaya.

Por eso solo hay 11 novelas; unas mejores y otras peores, pero siempre mías. Te pueden gustar o no, pero ahí estoy yo, siempre, en carne viva, escribiendo desde las entrañas porque no sé hacerlo de otra manera. Ojalá sigas queriendo leerme, pero si no es así, tranquilo; hay millones de historias ahí fuera, la mayoría fantásticas. Seguro que encuentras la tuya.

A veces yo también prefiero leer las historias de otros antes que las mías. Quizá por vergüenza, quizá por pudor o por inseguridad o por lo que sea. ¡Quién sabe!

miércoles, 15 de febrero de 2023

Renacer

Buenos días a todos, 

Después de una serie de catastróficas desdichas que culminó con la muerte de mi madre el pasado mes de agosto, y de un duelo que, cuando menos, está siendo desconcertante, viene siendo hora de ponerme al día con este blog, que ya andaba demasiado abandonado.

Llevo muchos meses sin pasar por aquí, salvo para poner alguna imagen o algún enlace de las últimas reediciones que he hecho este año pasado: la de "Nosotros", la de "No me digas que me quieres" (la antigua Carnaval), la de "Desde Londres con glamour" y la nueva edición en tapa dura de "Nuestras noches en Malasaña".




Han sido meses muy duros, mucho dolor, mucha ausencia, muchos recuerdos, y no todos buenos, y mucha dispersión. Dispersión a la hora de leer, y sobre todo: dispersión a la hora de escribir. Meses y meses de divagación, de buscar las palabras sin encontrarlas en ningún sitio; de ir a la deriva; de caer en pozos más o menos profundos; de perder la ilusión, las ganas, la motivación, aquello por lo que los creadores de mundos nos sentamos delante de la pantalla y le damos al teclado como si no hubiera un mañana. Después, como os digo, de todo eso, aquí estamos, a mediados de febrero, con San Valentín a las espaldas y toda la primavera por delante.

Y una novela que sacar en abril. Y no cualquier novela, sino la esperada continuación de "Nuestras noches en Malasaña". Y voy escribiendo, sí, pero las ideas se atascan, sufro estreñimiento creativo, y cada capítulo es una odisea en sí mismo. Pero llegaremos a tiempo. Más o menos. Quizá más tarde que temprano, pero llegaremos. Sí, Claudia, Bruno y yo misma.

Además de pelear contra la enfermedad, la muerte y el duelo, también he tenido que hacer frente a mis propios demonios. Todos los autores pasamos por etapas "negras": esas en las que con mucho, muchísimo gusto, lo enviaríamos todo, absolutamente todo, a tomar por culo. Literalmente. Meses de querer bajarme del barco, de querer bajarme del mundo, de ver, desesperada, en qué se está convirtiendo el mundillo literario hoy. Y el asco que da, así, en general.

Pero luego ves que tus historias se leen, que de vez en cuando caen reseñas, y que en su mayoría son más positivas que negativas. Ves que Jimena sigue enamorando a los lectores, que Raúl llega a EE.UU., que Valentina se abre paso con su elegancia natural, sin estridencias, pero calando hondo en los corazones, que Judith, Gillian y Alexandra siguen teniendo la misma validez hoy que hace diez años, y que todo sigue adelante: imparable e inevitable. Y recuperas trocitos de esa ilusión y te vas haciendo con esos retazos, vas renaciendo entre las cenizas, y sigues teniendo ideas. Esas malditas ideas que generan nuevas novelas, Novelas que ni siquiera sabes si podrás escribir, si te dará la vida para tanto como quieres hacer, porque, además, la gente a tu alrededor se muere. Y se muere entre los cincuenta y los sesenta, y te entra yuyu, y ves que el círculo se cierra, que los días solo tienen 24 horas, que las horas solo tienen 60 minutos y que no das más de ti. Que ni tu cuerpo ni tu cerebro es el de hace treinta años, cuando eras joven y alocada aunque no tuvieras Instagram, ni seguidores, ni filtros, ni falta que hacía nada de eso.

Y hoy lo tenemos todo a nuestro alcance, tanto que cada vez valoramos menos las cosas, que lo queremos todo, ya. Y gratis. Sobre todo: GRATIS.

No, hoy no tengo tiempo para hablaros de lo requetemal que me caen la piratería, el plagio y todas esas mierdas que contaminan los libros.

Hoy vengo a deciros que, como reza el título de este loco blog en el que escribo cuando me acuerdo y tengo que algo que decir, el espíritu inquebrantable que habita en mí va a seguir luchando, va a seguir escribiendo, creando historias, llenando de notas infinitas libretas, llenando de sueños las vidas de mis lectores; voy a seguir creando personajes, historias, algunas alegres, otras no tanto, algunas verdaderamente atroces, algunas conmovedoras y otras evocadoras. Pero siempre YO, siempre con mi estilo que, mejor o peor, va calando y sumando seguidores.

Y ya me despido, sé que este post ha quedado un poco (demasiado) extenso, pero, oye, que hacía 8 meses o más que no me asomaba para deciros algo personal, desde el corazón, desde las entrañas. Otro día os hablaré de la pérdida de confianza, de por qué llevaba tantos meses sin compartir nada con vosotros.

Eso será... otro día, probablemente en abril o mayo, cuando Claudia y Bruno vuelen solos.

Hasta entonces, quereos mucho, quered mucho y seguid leyendo.

Os quiero.

Julia Ortega