En estos últimos meses cada
día que amanece tengo un motivo para sonreír. No es gran cosa, quizá, a veces
un comentario, a veces una palabra de ánimo, a veces ver cómo el contador de
visitas de cualquiera de mis blogs va aumentando, un voto en Wattpad, otro
comentario, una reseña positiva, constructiva, inteligente. Gotas en el océano,
tal vez. Pero ¿qué sería el océano sin cada una de sus gotas?
Hay días que de buena gana
tirarías la toalla y te rendirías y lo mandarías TODO a tomar por culo. Hay
días así, sí. Pero cuando la duda, el recelo, la insatisfacción y el miedo,
sobre todo ese gran enemigo: el miedo, me susurra al oído: ¿para qué sirve
tanto esfuerzo, tanta paciencia, tanto optimismo?, llega ese comentario, ese
voto, esa palabra de ánimo, esa palmadita en la espalda que te alienta, que te
anima y te recuerda que sí estás viva y estás ahí caminando el camino es por
algo. Y sobre todo: es por alguien. Tus lectores. No son legión, no son
multitudes, no me abruma su cantidad, ciertamente, si no su calidad humana. Y
en esto, como en tantas otras cosas importantes, la calidad va por delante de
la cantidad. Que son 20, pues bienvenidos sean, que llegarán a ser 200, 2.000,
20.000, 200.000… Pues no sé si me alegraré yo tanto, la verdad, que solo tengo
2 manos y el día solo tiene 24 horas (mi queja constante, lo sé), y que sí algo
me satisface de mi labor es mi contacto con esos lectores fieles que día a día
se asoman a mi muro, a mi vida, y me regalan una sonrisa y un motivo para
continuar la carrera a buen ritmo.
Siempre he dicho que la
carrera del escritor es una carrera de fondo, que aquí el que gana es el que
resiste, el que no se deja vapulear por el miedo, el que no se deja arrastrar
por las modas que vienen y van, el que se mantiene firme en sus convicciones y
su modo de hacer las cosas. Como en todos los oficios, hay autores que son flor
de un día, cuyas obras de consumo rápido ascienden en las listas velozmente y con
la misma sorprendente y apabullante velocidad se precipitan al abismo del
olvido. Es lo que tiene la novedad: Hoy seduce… Mañana cansa.
Hace unas semanas hacía
balance de 6 meses de vida de LE, y parecía que no era gran cosa lo que había
logrado. Gotas en el océano, un comentario aquí, una reseña allá… Un puñado de
lectores fieles y ¿poco más? Pues ese poco para mí es mucho. Y si cada día
recibo una sonrisa me consideraré una mujer feliz. Y la felicidad, querido
lector, no es poca cosa.
Hoy quiero dar las gracias a
todas esas personas que me han demostrado su cariño y su interés en mi trabajo,
en mi estilo, mi particular manera de contar la vida. Sois mis gotitas y os
quiero mucho. No llevo la cuenta al dedillo, pero voy apuntando, voy haciendo
mi particular lista con todas esas pequeñas cosas que me ayudan a vivir mejor
mi día a día.
Gracias por estar ahí, por
acompañarme, por ir colmando poco a poco mi particular océano de felicidad.