FELIZ NAVIDAD A TODXS

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sábado, 10 de julio de 2010

Faery. Érika Gael


El mundo de las hadas es apasionante. Sobre todo, visto desde la perspectiva de Xesa, una de las hijas del Agua: saltos en el tiempo, fiestas cada noche, vestidos, cócteles y magia con la que divertirse. Hasta que un castigo, impuesto por el Consejo Druida, sitúa a Xesa en las deliciosas garras del enemigo.


A diferencia del de las hadas, el mundo de los dioses es un rollo. Sobre todo si tu raza te margina, tu madre te ignora, y la mujer más excitante que conociste en tu vida se burló de ti. Ése es el aciago destino de Lugh, el dios celta del Sol. O lo era, porque es precisamente el destino quien pone en sus manos la oportunidad perfecta para hacer pagar a esa chispeante criatura por todas sus jugarretas.


Siglo I a.C. Conquista romana de la Península Ibérica. Los testarudos vecinos de un poblado astur buscan la forma de resistir el ataque del Imperio. Quizá sean unos brutos, pero ni siquiera a ellos se les habría ocurrido la descabellada idea de confiar sus vidas a una alocada, seductora y traviesa hada subacuática, y a un solitario, amargado y resentido dios solar. ¿Qué idiota se enamoraría con semejante panorama?

Ya sabéis que la fantasía no es un terreno donde me mueva habitualmente como lectora, pero… de vez en cuando, cuando el estrés del siglo XXI me agobia y la gente que habita este planeta me aburre… pocas cosas me son tan gratificantes como viajar en el tiempo y en el espacio y dejarme llevar por la desbordante imaginación de algunos autores. Y así, de repente, como quien no quiere la cosa, y a propósito de Sant Jordi (mi día favorito después de mi cumpleaños), me regalo la vista, los sentidos y las neuronas con el debut literario de una autora asturiana que, me ha dicho un pajarito en el que confío ciegamente, es toda una revelación.


Y allá voy: lo primero que se abre ante mí es un caos narrativo maravilloso que me demuestra que dejarse llevar hasta los límites mismos de la imaginación (e incluso más allá) no es sólo saludable para el cuerpo y el alma, sino que además puede resultar muy, pero que muy rentable y comercial. Porque éste, os lo digo yo, es un libro que debería leer todo el mundo: niños, adolescentes, jóvenes, adultos, mamás, papás, y ¿por qué no? incluso los abuelitos tienen todo el derecho a dejarse llevar por la fantasía y recordar que ellos también fueron niños un día y se entusiasmaron como el que más con los cuentos de duendes y hadas.


¿Y por qué os hablo de un maravilloso caos narrativo? Pues porque la autora nos lleva de un lado a otro a una velocidad vertiginosa ¡y sin avisar! Faery es lo más parecido a una montaña rusa que podáis imaginaros. No quiero desvelar nada de la historia más allá de la sinopsis que la autora muy amablemente me cedió con ocasión de un artículo para la revista RomanTica’s (enlace) y que ahora aprovecho para esta reseña. Sólo os recomiendo abrocharos bien los cinturones y prepararos para vivir una aventura sin igual de la mano de Xesa y Lugh… y otros personajillos la mar de interesantes que merecen toda vuestra atención (y quizás, ¿por qué no?, otra novela. ; )).


A algunos les resultará infantil, o superficial, o una parodia de la realidad… pero reivindico el derecho a escribir historias divertidas sin más propósito que hacer las delicias del lector, reivindico el entretenimiento como un fin en sí mismo. Sin más pretensiones. Adoro a los autores y las novelas que no pretenden ser más que lo que son. Adoro las historias que cumplen con creces mis expectativas; demasiado a menudo me he visto decepcionada por novelas horribles que me vendieron como “obras maestras” de la literatura universal. Con Faery sólo me garantizaron la carcajada… y acertaron de lleno.


Por último, una sugerencia a la autora: da voces en tu editorial por ver si alguien se animaría a hacer un guión. O hazlo tú misma si tienes ganas y tiempo. Creo que Faery puede ser una increíble, sensacional (y taquillera) película. No sé si alguna vez te lo has planteado, pero mientras iba leyéndola la veía ya en 3D y en una pantalla enorme, a todo color; la sala llena a rebosar de gente, con los ojos bien abiertos para no perderse ni un detalle, y en el aire, flotando, un delicioso olor a palomitas de mantequilla… Sí, ¡quiero la película, quiero que alguien tenga el atrevimiento de adaptar al cine esta delirante historia, porque si existe una novela que merezca ser llevada al cine es sin duda Faery!